miércoles, 1 de mayo de 2013

Una serie de catastróficas desdichas erasmus II

Si os gustó el primer acto, vayamos con el segundo, está vez acompañada de mis ambientólogos salvadores de ranas.


Segundo acto: La excursión

Bueno, ya que por desgracia y subnormalidad había perdido el vuelo, al menos podía ir a una salida de campo de una asignatura que tenía el sábado por la mañana. Mira, algo es algo. Pues nada, el sábado madrugón. Ahora que aventurita para llegar el sitio donde habíamos quedado con el profesor:
1. Cogemos el tram 4-6 hasta la última parada.
2. Ahí cogemos otro tram hasta la última parada (ya estamos alejados de la civilización, hay muchos árboles y pocas casas).
3. Y ya aquí un autobús hasta la penúltima parada. Para después andar UN KILÓMETRO Y MEDIO hasta el sitio donde empezaba la excursión.


Pero nosotros en el tercer paso ya nos torcimos. Llegamos al final del segundo tram, que era una estación de madera y pintada de verde muy bonita. Y allí supuestamente teníamos que comprar un ticket porque el abono del mes que tenemos es solo para Budapest y eso eran las afueras. Pues como quedan cinco minutos para que salga el bus, mientras yo hago cola con Silvia, Peri va a preguntar al bus si se pueden comprar los tickets allí. Y una cola larguísima, y la mujer que trabajaba allí ni papa de inglés y no había manera de aclararse. Entonces nos llama Peri a lo lejos para que vayamos que nos venden el ticket en el bus. Y cuando estamos llegando, va el tío y cierra la puerta del bus y se va dejándonos allí. Mu fuerte. Al final los billetes había que comprarlos en la taquilla y todo. Llamamos al profesor para decirle que vamos tarde y nos lo coge una señora. Así que ni siquiera podíamos avisarle. Cuando ya llegamos al sitio obviamente se habían ido y nadie parecía haber visto a un grupo de estudiantes. Así que hicimos senderismo y cruzar la colina para llega a Solymar, el pueblo más grande de Hungría (habrá que verle el lado bueno otra vez a las cosas).

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