Esta historia no es una historia sobre mi, sino sobre una amiga, la cual, para mantener el anonimato, llamaremos Sindy. Es una historia muy digna de este blog, por supuesto. Pero empecemos en orden.
Era un cálido día de primavera en Granada cuando Sindy se dirigió a la estación de trenes para volver a casa en el típico tren lleno de estudiantes que va de Sevilla a Almería parando en Granada. Llegó pronto a la estación, como buena chica precavida que es (no como yo, que siempre llego tarde). De repente, aparece un tren con un poco de adelanto (¿trenes llegando adelantados? ¿Por una vez Renfe es puntual?). Sindy se sube al tren y deja su maleta. Cuando se va a sentar en su sitio, ve que está ocupado por unos guiris, así que la pobre, indignada, se acerca a unas señoras para preguntarles donde andaba el revisor para que echase a los ladrones de asientos. Hasta aquí todo más o menos normal, ¿no?. Pero ahora viene lo bueno.
Pues de repente, escucha a una señora hablar sobre la hora a la que llegará el tren a Sevilla. ¿SEVILLA? Sí, Sindy se equivocó de tren y en vez de coger el tren que hacía Sevilla-Granada-Almería cogió el contrario. Así que allí se vio ella rumbo a Sevilla y sin un duro en el bolsillo, ala. Así que en un acto de madurez y sensatez, se puso a llorar como una loca. Y claro, las pobres señoras que no tenían nada que hacer y vieron a la chiquilla tan mal, mandaron sentarse a Sindy y ellas se fueron a hablar con el señor revisor, no sin antes ofrecerle casa en Sevilla por si no le quedaba otra. Y mira que pueden llegar a ser efectivas unas señoras aburridas, ¿eh? Porque aunque parezca increíble, en mitad de la nada entre Granada y Sevilla, pararon DOS TRENES ni más ni menos para que Sindy se cambiase de tren y cogiese el que iba para Almería. Pero aquí no acaba todo.
Para cambiar de tren se llevaron a Sindy, maleta incluida, a la cabina del conductor y por ahí, medio encaramada a las escalerillas (tipo piscina) con el vestido tipo barbie que llevaba, enseñó las bragas al señor revisor (sin querer, todo sea dicho, que la Sindy es mu decente, pero es que las escalerillas tenían telita). Pues mira, la recompensa del revisor por parar dos trenes, ¿no? Por lo menos hizo feliz al hombre seguro. Así que, ante la atenta mirada de todos los pasajeros, cruzó las vías y volvió a enfrentarse a las escalerillas del demonio para volver a casa. Por supuesto, las caras de la gente cuando subió al segundo tren no tendrían precio. Y sí, consiguió llegar a Almería sana y salva.
¿Conocéis a alguien que haya parado dos trenes así como así? La moraleja que se saca de esta historia (si eres chica, claro está) es ponte un vestido cortito y llora, que alguien solucionará tus problemas.
PD. Muchas gracias a Sindy por dejarme contar esta historia TAN BUENA (aunque ella lo pasase muy mal en el momento) en mi blog. Espero que os hayáis reído tanto como yo cuando me la contó :)
¡No mientas! ¡Seguro que fuiste tú!
ResponderEliminarQué bueno xDDD
Jajajajaaj que bueno!!! A mi prima también le paso una vez de equivocarse de tren e ir en direccion contraria, pero por suerte a una señora también le pasó al mismo tiempo y les ayudaron al momento XD
ResponderEliminarSiiiiiiiiiiindy xddddddd
ResponderEliminarAnda, edita y pon tilde en todos los "sí" afirmativos! Que te voy a bajar dos puntos de graciosidad por las faltass! xd
JA!!!!! Por eso yo me he vuelto minifaldera, ni universidad, ni liderazgo ni leches... desde que soy minifaldera el mundo va más despaqcito... sobretodo cuando pasa una cerca... lo de llorar mejor dejarlo para casos extremos... Brindo por Sindy y su arte parando renes!!
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