(Nuestra primera foto) |
Aunque me costó mucho elegirle un nombre que le fuese acorde, el elegido fue Varsovia. Le compramos una bonita jaula (que en nada se le quedaría pequeña) y la llevamos a casa. Mi regalo de reyes. Mi precioso y suave regalo de reyes.
Fue mi compañero de piso en la calle Mesones en Granada. Lo dejaba suelto y se escondía debajo de mi cama. Además, le gustaba tumbarse debajo de la tele. Cuando hacía calor se repanchingaba en la pared para estar fresquito. Todo el mundo quería a la conejita. Hasta le compré una correa rosa para sacarla de paseo por el parque. Todo el mundo la miraba. Era la conejita más popular de todo el Federico García Lorca.
Luego nos mudamos a Almería. El regreso a casa. Entonces pasó a ser una mimada. La mejor comida, la jaula siempre limpita, etc. Pero entonces... se convirtió en un conejón. Descubrí que la señorita refinada que yo creía que tenia por conejita, en realidad era un señor conejo. Ya no le gustaba su correa rosa, prefería correr por la cocina a todas horas. Y comía y comía y comía. Mucha gente le decía que parecía un perro, pero es solo que era un conejo fuerte.
Pero claro, todo lo bueno no puede durar siempre. Hace dos semanas me desperté y el conejito estaba enfermo. Aunque lo llevé al veterinario corriendo, el quería irse al cielo de los conejos. Así que ahora estará comiendo heno de verdad y jugando con otros conejicos. Pero también sé que se acordará de su mamá como yo me acuerdo de él.
Oh, me ha parecido ver un lindo conejo.
ResponderEliminarD.E.P.
Que penica me da y eso que no lo conocia...
ResponderEliminarUyyy que pena, ánimo!!!!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¿Aprobecharias la carne no?
ResponderEliminarSeguro que estaba delicioso asi crudo tal cual