Todo comienza cuando estos seis personajacos nos juntamos y se nos ocurre la maravillosa idea de irnos a esquiar a Liberec (República Checa) de jueves a domingo.
Como los horarios de bus son una mierda, se nos ocurre otra maravillosa idea: alquilar LA fragoneta. Nunca se es suficientemente gitano, vaya. Así que para rellenar los huecos se nos unen otros personajes, la french people. Así que ahí nos tienes, a seis españoles y tres franceses dispuestos a irnos a esquiar, un jueves por la tarde mientras caía una nevada importante sobre Budapest.
Empezamos el viaje con ánimos, jiji jaja. A los 30 km de salir de Budapest nos vemos en un atasco. "Bueno, no pasa nada", "Será un accidente" o "Seguro que en seguida nos movemos" nos lo repetimos hasta la saciedad. Pasa una media hora, una hora, dos horas y nada. Parece que nos movemos. Avanzamos un poquito. Nos volvemos a parar, pero esta vez hay una gasolinera, así que los aventureros del grupo salen de la frago y cruzando por mitad de la autovía van a comprar provisiones (básicamente cerveza, vaya) para amenizar un poco la espera. Y sigue pasando el tiempo y seguimos estancados. Primeros síntomas de desesperación y de hipotermia empiezan a aparecer. Después de no sé cuanto tiempo parados, nos desvían a Tata, un pueblecito que está casi en la frontera con Eslovaquia. Aparcamos la frago en una gasolinera y a dormir (o al menos a intentarlo). Nos dicen que hasta las nueve no abren la frontera. OFÚ, diosito danos paciencia. No os exagero si os digo que es la vez que más puto frío he pasado en mi vida. Con los abrigos, guantes, gorros puestos, incluso con TOALLAS. Toda ropa era poca. Algunos incluso se hicieron una cama en el maletero. A las nueve nos movemos de la gasolinera, inocentes de nosotros, pensando que ya estarían a puntito de abrir la maldita frontera. No llegamos a movernos ni 500 metro cuando nos vemos otra vez parados en una fila de coches. JODERRRRR. Y aquí es cuando descubrimos la amabilidad de los húngaros. Desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde que estuvimos ahí no pararon de pasar autóctonos ofreciéndonos té calentito, comida y de todo. Incluso un buen señor nos llevó a su casa a la flatmate Gemma, a Silvia y a mí a su casa para poder usar el baño, y la señora nos hizo un cafecito calentito y llamó a otra chica para que hablase en inglés con nosotras y nos informase de la situación. La chica nos dice que en el facebook del pueblo (sisí, muy modernos) corren rumores de que a lo mejor abren pronto la frontera, pero luego nos dicen que la radio ha dicho que a las seis de la tarde e gobierno húngaro se compromete a tener todas las carreteras abiertas (y claro, nosotros nos lo creemos). ¿Y cómo pretende el gobierno húngaro abrir las carreteras? Así:
comentarios ante la situacion de ver un coche de policia en direccion prohibida, nada de: "oh! algo pasa!" "cuidado frena!" "por fin empiezan a hacer algo" etc etc..., aqui se dice:- que cojones hace ese coche policia?.Así que sí, al final nos fuimos a Pécs. Y aquí si que podemos decir que tenemos una flor en el culo. Dentro de nuestra mala suerte, somos afortunados. Vamos por la autovía hacía Pécs y... CHAN CHAN, un coche de policia cortando el paso. NO ME JODAS QUE ESTÁ CORTADA. Paramos la frago y se baja Javi a preguntar. Ai dios, cruzad los dedos chicos. Y justo, el milagro se obra, abren la autovía en ese momento, así que somos los primeros en pasar. ¡Vamos que nos vamos pa Pécs!
- Aqui los polis en direccion contraria como les sale de la polla
- Si tio, y yo tengo que ir por la puta nieve
- Ponle todas las luces
Visitamos Pécs y... ¿por qué nos ibamos a ir a Budapest? ¡Vámonos a Szeged! Cargamento de cervezas, patatillas y algo pa fumar y de fiesta en la frago por un camino de cabras.
Así que ese ha sido nuestro maravilloso viaje a esquiar a la República Checa: visitando Pécs y Szeged, y ante todo y sobre todas las cosas: BUEN HUMOR.